Sunday, March 18, 2018

La Voz de Dios

La Voz de Dios

Toda persona que ha vivido alguna vez es única en su clase. Usted puede “escuchar” la voz de Dios, pero cómo llega hasta usted puede ser diferente de cómo llega a cualquier otra persona. Habitualmente la descripción que encontramos en la escritura es simplemente “la palabra del Señor vino” a los profetas. Llega a la mente, o es “escuchada” en la mente, o se percibe en las impresiones, o se sueña, o es una convicción que llega con una certeza palpable. Sin embargo, llega, y en cada caso individual puede hacerlo de una forma totalmente única: Viene de una fuente externa a usted. A menudo es sorprendente, nada parecido a lo que se esperaba. Puede ser inconveniente, requiriendo de usted lo que no buscaría voluntariamente. No son solo “emociones” o “sentimientos”, sino que existe una inteligencia que se origina de forma externa a usted, y que le entrega un mensaje; no sentimientos, sino un mensaje. Después de recibir la “palabra”, llega la confirmación. La confirmación permite a una persona de fe ver evidencias o apoyo para su creencia y confianza en Dios. De nuevo, cuando se trata de la señal de confirmación que sigue a la fe, la variedad de forma es única para la persona.
En primer lugar, sin embargo, recuerde que usted es único y que tendrá experiencias únicas en relación con Dios. Dado el cuidado con el que usted ha sido organizado como creación individual, ¿cómo puede esperar que la comunicación con el Señor esté estandarizada? ¿Por qué la forma en que Él habla con usted sería idéntica a la forma en la que Él habla con todos los demás? ¿Por qué llevaría Él a cabo una conversación con cada uno de Sus hijos en formas adaptadas al hijo individual? Pero cuando ve Su “voz” a través de los ojos de la fe, empieza a darse cuenta de que viene de Él. Lo ordinario contiene lo extraordinario. Debe ver lo extraordinario en lo ordinario antes de que lo verdaderamente extraordinario se abra ante usted. Debe tener fe antes de que se le muestren señales. La gran diferencia entre los profetas y los demás no radica en la disposición que Dios tiene de hablar, sino en el rechazo a escuchar. Algunos escuchan, y ellos son los profetas. Otros no lo hacen, y les cuesta creer en los profetas. Dios, sin embargo, ha hablado y habla a todos nosotros. Somos únicos, y la forma de Dios al hablar con cada uno de nosotros es única como cada uno de nosotros. Nos creamos un gran perjuicio cuando intentamos adaptarnos a una persona singular, estereotipada buscando solo una forma singular en que Dios pueda hablar y que hable con nosotros. Nos convertimos en algo que no somos, en la búsqueda para encontrar lo que no puede encontrarse de esa manera. Si solo exigimos lo extraordinario antes de reconocer Su voz, corremos el riesgo de buscarle en el camino equivocado. Su voz está ahí. Él nos habla a todos. Pero podemos perdérnoslo si no estamos en sintonía para escuchar. Puede que nunca sea capaz de escuchar a Dios hablándole en la forma que otros Le escuchan. Si determina que Él debe hablarle de una forma específica, y no de cualquier otra forma, puede pasarse toda la vida sin tener nunca una conversación con Él. Él anhela hablar con cada uno de nosotros. Dentro de cada uno de nosotros hay algo sintonizado de forma única con Él. Cómo contacta Él con usted puede ser igual de singular y único como usted, y puede estar seguro de que Él está contactando. De hecho, Dios es bastante ruidoso, si usted Le permite serlo. Nunca tuvimos la intención de vivir sin una conexión directa con Él. Cómo recibe el contacto con Dios cada uno de nosotros, cómo escuchamos Su voz, y qué dones poseemos es único. No hay una forma única, universal para que alguien “escuche [Su] voz y sepa que es [Él]”. Por lo tanto, es un error ignorar su talento único para “escuchar” a su Padre Celestial. Él no le ha enviado aquí sin el poder para escucharle. Pero requerirá que usted desarrolle la capacidad. Depender solo de sus “sentimientos” o “emociones” es insuficiente; debe aprender a escuchar Su voz. Todos los profetas mencionados anteriormente, desde Moisés hasta Gedeón y Elías, recibieron el contacto de Dios. Estaban seguros de Quién era el que hablaba con ellos. Obtuvieron la inteligencia, escucharon Su voz, y aprendieron de Él. Ninguno de ellos se basó en meros “sentimientos”, sino que en su lugar “escucharon” palabras de Él. Él habló con ellos igual que lo hizo con Nefi.

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